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áreas de interés basadas en la metodología del aprender haciendo.
¿De qué forma se consideró la opinión de los asistentes a la escuela?
- Desde la ejecución del primer ciclo de enseñanza hemos venido modificando varias cosas. Nuestros usuarios y usuarias son los principales referentes para la toma de decisiones y en base a quienes se han hecho distintos cambios. Lo principal fue asumir una línea terapéutica asociada a la recuperación de secuelas de experiencias traumáticas a temprana edad y la recuperación de secuelas producto de la institucionalización prolongada.
¿Por qué?
- Porque la situación de los chicos no les permitía desarrollar aprendizajes técnicos de forma fluida. Incluso en algunos casos esos iba a ocurrir en un plazo mucho más largo del que habíamos visualizado a través de curso de tres o cuatro meses. Por ejemplo, nos encontramos con jóvenes de 13 y 14 años de edad que nunca habían ingresado a una cocina. Que nunca habían tomado un cuchillo cocinero. Que nunca habían hecho pan. Que nunca habían usado jugueras o batidoras. Eso se explica porque casi la mitad de sus cortas vidas las han pasado en el sistema de protección, donde las cocinas son espacios restringidos. Al darnos cuenta de ello, tomamos conciencia de que los talleres, como el de cocina, deben ser espacios terapéuticos, pero sin perder el foco de lo técnico.
Una de las metas es preparar a los niños, niñas y jóvenes para la vida independiente. ¿Están llegando a tiempo con el apoyo que se necesita para que ello ocurra de forma adecuada?
-En los primeros dos ciclos de la escuela nos dimos cuenta que no. La vida independiente es un proceso que se trabaja a muy temprana edad en las familias normativas. Por eso es que decidimos bajar a 12 años, la edad de ingreso. El ideal es llegar, en algún momento, a trabajar con niños y niñas desde los 8 años.
¿Es significativa es la diferencia de dos años en las edades a las que se refiere?
- Es importante, sobre todo cuando hablamos de experiencias de institucionalización, que implica una privación sociocultural, efectos nocivos de una rutina globalizante donde no hay opción para elegir qué comes, cuándo lo haces, a qué hora te duermes, ni qué ropa te pones. Aquello está registrado como devastador e incluso, revictimizante. Por lo tanto, da cuenta que el sistema de protección no solo está pensado en una lógica adultocéntrica, sino que también de satisfacción de cobertura de necesidades que no son las socioafectivas. Los sistemas residenciales no son espacios seguros ni de protección.
¿Qué responsabilidad tiene el Estado en las realidades que ustedes muestran gracias a la experiencia de la escuela?
- Hay un proceso histórico respecto al diseño del sistema de protección estatal. Desde mi punto de vista es un pilar invisible de la dictadura. Es que lo socio afectivo no aparece por ningún lado. Antes era suficiente que los niños tuvieran ropa, comida y un techo. Ahora estamos frente a casos más complejos de ingreso, que implican un abordaje desde otras esferas. Nos estamos percatando de aquello y de que el sistema no está diseñado para hacer intervenciones adecuadas. La lógica sigue siendo asistencialista.
el ejemplo valdivia
En agosto la experiencia de la Escuela de Oficios y Liderazgo fue expuesta en una reunión en Santiago en la Subsecretaría de la Niñez. Ahí, entre otros temas, se apuntó a que el modelo de trabajo que apunta a la vida independiente, recién se está comenzando a visualizar en el traspaso de Sename a Mejor Niñez, como una deuda delicada del Estado con las infancias en su resguardo.
"El trabajo de vida independiente es caro. Es personalizado, pero ocurre en medio de un programa que es globalizante. Entonces, para transformarlo se requieren más profesionales, mejores instalaciones. No sirve la lógica de una residencia como si fuera un internado", dice Cárcamo.
Y agrega: "Afortunadamente esta temática es sensible para el Gobernador Regional Luis Cuvertino y para los Consejeros Regionales. Eso se demuestra en que todas nuestras iniciativas han sido apoyadas de manera unánime. También hemos recibido respaldo transversal de senadores y diputados de Los Ríos".
¿Son esperanzadores los resultados que han logrado?
- En Santiago mostramos algunos índices del primer año: 80% de asistencia a los talleres, una escala de satisfacción sobre el 85% respecto de lo que sucede en la escuela, que además es reconocida como espacio seguro, de confianza y aprendizaje acompañado y respetuoso. Frente a esos antecedentes es que se nos validan como programa piloto. Nos dijeron que somos la única instancia nacional, que proviene desde la sociedad civil, que está trabajando la vida independiente. Y además, con buenos resultados.
¿Aquel reconocimiento necesariamente viene de la mano con entrega de financiamiento desde el nivel central?
- Es a lo que apuntamos, porque lo que estamos haciendo es implementar lineamientos de la Ley de Garantía de Derechos de Niñez y Adolescencia; y ejecutar mandatos que están destinados a Mejor Niñez. El Ministerio de Desarrollo Social sería el más pertinente en materia de financiamiento, pero es algo que vemos difícil que ocurra, porque, como lo hemos conversado con Julio Correa, existe un gran estigma asociado a quien es egresado del Sename. Al parecer no hay confianza hacia la experiencia adquirida a través de la vivencia. También está instalada la sospecha histórica frente a la labor de ciertas instituciones que trabajan en el sistema de protección que han tenido buenas intenciones que duran poco, que terminan en fracaso rotundo o que simplemente en el robo de los recursos. Hay mucha gente que tiene la buena idea de ayudar, pero tiene malas intenciones o lo hacen mal. En ese contexto es que percibimos cierto grado de cautela en confiar en lo que estamos haciendo. Y además a eso le sumamos que somos de regiones.
Debido al denominado "Caso convenios" el Ministerio de Hacienda emitió el Oficio Circular N° 20 que impide a los Gobiernos Regionales hacer asignaciones presupuestarias directas. ¿En qué posición los deja esa decisión?
- Estamos muy preocupados. Nos angustió bastante la situación. El Gobierno Regional no ha tenido ningún conflicto en relación a lo que ha ocurrido en otras regiones. Es más, cuenta con cinco etapas muy estrictas por las cuales tienen que pasar los proyectos para optar a una asignación directa. Desde nuestro punto de vista eso garantiza transparencia. La Circular N° 20 generó una especie de catástrofe. Pero acá se supo responder con la creación de un concurso para acceder a los fondos. Vamos a tener que postular y prevemos que la nueva modalidad de financiamiento nos permitirá aumentar la duración del ciclo de enseñanza ya que podremos postular a más dinero. Sin esos recursos la Escuela de Oficios y Liderazgo desaparecerá. La corporación 'Cambiando Destinos' no tiene recursos propios.
La escuela necesita $10 millones mensuales para dar cobertura a 35 niños, niñas y jóvenes entre 12 y 18 años de edad. Es 20% más que la experiencia de 2022. En el desglose hay que considerar inversiones como la de una clase de cocina internacional de cinco horas realizada recientemente, cuya implementación costó cerca de $300.000.
"Que uno niños de una residencia vaya a la Escuela de Oficios y Liderazgo tiene un costo de aproximadamente $4.500, que es muy bajo frente a lo exponencial que son los resultados de la experiencia formativa con un impacto en el corto, mediano y largo plazo. Frente a esto es que creemos que la política pública debería reconocer que el trabajo por la vida independiente, si se hace bien y no tiene fines de lucro, en definitiva debiese tener impacto positivo a gran escala", explica.
¿Hay estudiantes que efectivamente han cambiado sus perspectivas de futuro?
- Tenemos niños y niñas que han ido cambiando sus proyecciones de vida hacia finalización de estudios y la aspiración de estudios superiores y técnicos. Tenemos casos de quienes han disminuido sus conflictos de convivencia al interior de las residencias. La medición del éxito de la escuela es cualitativa y cuantitativa. Destacamos el tremendo logro que ha significado incorporar a una joven a la carrera de Trabajo Social en Santo Tomás; y la incorporación de otra joven en trabajo estacional remunerado de cocina. En los que son más pequeños, los avances se van midiendo en términos de proyección profesional. Hay un 100%, en ese rango etario, con proyecciones educativas. Y eso es muy bueno.
¿Y cómo era la situación antes?
- La evidencia científica y la experiencia son fundamentales para entender que hay daños que se sabe que existen, pero no necesariamente se sabe la forma en que se expresa. Es muy probable que en el crecimiento de los niños se vayan manifestando las secuelas. Todos los chicos de las residencias tienen dificultades de aprendizaje y socioafectivas. No obstante, nos han sorprendido en cuanto al nivel de habilidades que son capaces de ejecutar. Lo de las proyecciones de estudio es algo trascendental. Es que tenemos casos de quienes lo único en lo que pensaban era en egresar lo antes posible de la residencia. Frente a la pregunta sobre qué hacer una vez que cumplas 18 años de edad, la respuesta solía ser 'trabajar en lo que sea', sin necesariamente saber hacer algo en particular. Las proyecciones más positivas eran terminar trabajando en labores de aseo. Esa situación ha cambiado significativamente.
"Creemos que la política pública debería reconocer que el trabajo por la vida independiente, si se hace bien y no tiene fines de lucro, en definitiva debiese tener impacto positivo a gran escala".
"Lo principal fue asumir una línea terapéutica asociada a la recuperación de secuelas de experiencias traumáticas a temprana edad y la recuperación de secuelas producto de la institucionalización prolongada".
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