Murakami: "Probé las redes sociales, pero llegué a la conclusión de que no me sirven"
LITERATURA. El autor japonés más vendido en el mundo dice que no le teme a la inteligencia artificial.
Efe
Al escritor japonés Haruki Murakami no le preocupa mucho la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) a la literatura y defiende la manera tradicional de concebir y elaborar la obra por su autor, pese a ser consciente de que esa manera "lenta" de transmitir información en un mundo digitalizado es para una minoría.
"Mi cabeza está llena de fallas y yo escribo con esa cabeza. Si un computador tuviera tantos fallos como tengo en mi cabeza, se podría romper", ironiza Murakami en entrevista con Efe en Oviedo, España, donde hoy recibirá el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
Para el autor de "Tokio blues", "la cabeza del ser humano es capaz de funcionar incluso con fallos, pero un computador no es así".
Su desconfianza hacia la Inteligencia Artificial la hace extensiva a las redes sociales, pese a haber puesto en marcha iniciativas como la de un consultorio con sus lectores a través de una página web, una experiencia que reflejó en uno de sus libros.
"Probé un poco las redes sociales, pero llegué a la conclusión de que no me sirven, así que ahora no las uso", reflexiona Murakami tras lamentar que, en un primer momento, pudieron haber ayudado a crear una democracia "de alguna forma nueva" y haber terminado "decepcionado".
La influencia de las redes sociales y del proceso de digitalización pueden hacer que a una gran mayoría de usuarios de internet el ritmo de las novelas les parezca "muy lento", señala el escritor japonés más leído del mundo, aunque a la vez se mostró convencido de que las obras literarias "perduran más".
"Por eso tengo fe en el poder de las novelas y de las historias. A lo mejor hay muy poca población en el mundo que acepta una información más tardía o lenta. Aunque sea el diez o incluso el 5%, confío mucho en la fuerza de esas personas", subrayó.
Murakami asegura sentirse "agradecido" por un galardón para el que, al igual que para el Nobel, sonaba hace décadas.
El jurado reconoció su capacidad para expresar algunos de los grandes temas y conflictos de nuestro tiempo como la soledad, la incertidumbre existencial o la deshumanización en las grandes ciudades, además de un carácter de "puente" entre la cultura oriental y la occidental del que él reniega.
"Yo solo escribo lo que me da la gana y no pienso nada sobre desempeñar un papel del Este o del Oeste, ni en servir de puente", advierte Murakami, que llegó a la literatura tras años como traductor de autores como Truman Capote, Scott Fitzgerald, J.D. Salinger, Raymond Caver y John Irving.
Así, cuando decidió cerrar el bar de jazz que regentaba en Tokio junto a su esposa para dedicarse por completo a la literatura, su "desafío" consistió en cómo expresarse en lengua japonesa a partir de la innegable influencia de esos autores que leyó en inglés durante su etapa de estudiante.
Libros, música y gatos
Catalogado inicialmente como autor de culto y convertido después en uno de los más vendidos del mundo, un Murakami esquivo con los actos públicos admite no sentirse "cómodo" con ser famoso, dado que se considera "una persona íntima que escribe historias íntimas".
"Prefiero una vida tranquila. Estoy feliz solo con tener conmigo libros, música y gatos. Aun así, me alegro mucho de que me lea mucha gente", afirma el autor de "Baila, baila, baila", reconocido melómano, aunque confiesa orgulloso haber sido capaz de alejar la música de sus últimas novelas.
No obstante, advierte, la música le sale "naturalmente" y siempre le acompaña. "Al levantarme y cuando empiezo a escribir escucho música clásica. Cuando corro o conduzco el coche, escucho rock y por la noche, jazz", afirma sobre la dieta musical que sigue a diario.
Recuerda, también con agradecimiento, la propuesta de Patti Smith de que el Nobel otorgado a Bob Dylan debió ser para él.
A sus 74 años, Murakami también está satisfecho y sin arrepentirse de haber cerrado a finales de la década de los años 70 su club de jazz, el Peter Cat.
Más temprano, ante un auditorio con más de mil personas, Murakami dijo que no busca las historias que escribe, sino que se sienta a esperar que le caigan "del cielo".
También reconoció que la novela "Rojo y Negro", de Stendhal, que leyó a los 12 años porque el libro estaba en su casa, fue una de las mayores influencias que lo impulsaron a dedicarse a la literatura con un estilo que busca diferenciarse del resto de escritores contemporáneos.
El escritor rechaza la opinión de algunos críticos que lo consideran "el padre del realismo mágico japonés", al afirmar que huye de todos los "ismos" y que en cualquier caso su estilo es el "murakaismo".