Monitoreo en humedal permitirá enfrentar futuras crisis ambientales
SANTUARIO. Experiencia de los últimos veinte años ha favorecido la cooperación entre ciencia y empresa y podría extra-polarse a otras áreas donde es necesario que existan acuerdos.
El próximo año se cumplirán dos décadas del incidente más complejo que ha afectado a un humedal en Chile. El escenario fue el Monumento Nacional Santuario de la Naturaleza Río Cruces y Chorocamayo, Sitio Ramsar Carlos Anwandter en Valdivia y los principales afectados fueron los cisnes de cuello negro (Cygnus melanocoryphus), especie migratoria para la cual el humedal era el sitio reproductivo más importante y estable en Sudamérica y que comenzaron a disminuir repentinamente al mismo tiempo que había comenzado a operar una planta de celulosa de la empresa Arauco, aguas arriba del humedal, en la comuna de Mariquina.
Lo que siguió fue el clásico escenario empresa sospechosa-comunidad acusadora y que culminó con una completa investigación de la Universidad Austral de Chile (UACh), que confirmó responsabilidades. Pero ese diagnóstico, que podría haber profundizado mucho más la distancia entre la investigación de los científicos y la empresa, con el tiempo sirvió como aprendizaje y punto de confluencia entre las partes, materializando uno de los más exitosos ejemplos de cooperación entre la ciencia y el sector productivo.
En la actualidad, la Facultad de Ciencias de la UACh, hoy miembro del Consorcio Ciencia 2030, realiza dos muestreos anuales en conjunto con la Universidad de Concepción para analizar la calidad del agua y de los sedimentos, en las épocas de menor y mayor caudal hídrico. Adicionalmente, desde la primavera de 2022 se efectúan censos mensuales de avifauna acuática, mamíferos acuáticos como el coipo, huillín y visón, y monitoreos de la cobertura y estado de salud del luchecillo (Egeria densa), planta acuática que es el alimento primario de los cisnes.
Tres veces al año se hacen monitoreos con dron en 16 áreas del humedal, lo que permite las imágenes de esos monitoreos con imágenes satelitales y así también analizar la cobertura de la planta acuática. Además, este luchechillo es recolectado periódicamente, tanto dentro como fuera del humedal, para análisis de contenido de hierro, un indicador del estado de salud de la planta. Igualmente se monitorean en forma estacional los peces e insectos acuáticos, camarones y gusanos en las riberas del humedal.
A todo eso, se suma el análisis de variables relacionadas con el cambio climático (como la cantidad de lluvia caída y la temperatura del agua) y el ciclo sísmico para conocer cuanto se levanta el continente en la zona del humedal y Valdivia. "Todos los estudios anteriores los financia la empresa Arauco. Ellos además tienen sus propias mediciones y sensores para medir temperatura, pH y otras variables y nos proporcionan los datos. Y por la resolución de calificación ambiental 279 deben controlar que sus residuos industriales líquidos no superen cierto margen", destaca el investigador de la UACh Eduardo Jaramillo, quien lidera el equipo de investigación.
TRas dos décadas
Para llegar a este escenario hubo que pasar primero por la crisis. Esta partió a fines del invierno de 2004 cuando la población de cisnes del humedal disminuyó abruptamente desde 8 mil individuos a menos de 400. Muchos de ellos se instalaron en afluentes periféricos para luego abandonar en forma masiva el parque natural; más aún, la reproducción de estas aves se detuvo. Coincidentemente con eso, el luchecillo había desparecido de gran parte del humedal. Desde febrero de ese mismo año había comenzado a operar la Planta de Celulosa Valdivia de la entonces empresa Celulosa Arauco y Constitución S.A. (CELCO-ARAUCO), en San José de La Mariquina, 15 kilómetros aguas arriba del humedal.
Inmediatamente, el primer sospechoso de lo ocurrido fue la planta industrial. En noviembre de ese año y en respuesta a la presión ciudadana, la entonces Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama) contrató a un equipo de la Universidad Austral de Chile liderado por Jaramillo para que investigará las causas de la masiva emigración y también muerte masiva por causas desconocidas de los cisnes, además de la desaparición del Luchecillo.
Los resultados preliminares, entregados en diciembre de 2004, concluyeron que la mortandad de cisnes fue inanición y que los hígados de los animales contenían altas concentraciones de hierro y otros metales pesados en concentraciones mayores a las de cisnes estudiados con anterioridad al año 2004 o provenientes de fuera del humedal. Informes posteriores revelaron que los remanentes de luchecillo recolectados en el área estaban cubiertos por una costra de sedimentos con altos contenidos de hierro y otros metales pesados y que la calidad de agua mostraba cambios aguas abajo del efluente de residuos líquidos de la planta de celulosa y después que la misma comenzara a operar. Se concluyó entonces que los cambios ambientales del año 2004 (emigración y mortalidad de cisnes y desaparición del luchecillo) coincidía con el inicio de operaciones de la planta de celulosa.
"El problema grande que ocurrió cuando se hizo la línea base del estudio de impacto ambiental, para la instalación de la planta, es que se trató al ambiente acuático del río Cruces simplemente como un río..."
Eduardo Jaramillo, Investigador Facultad de Ciencias Universidad Austral de Chile.
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