Enseñar inglés
Innegable la importancia que hoy tiene el inglés en el mundo de las comunicaciones, como también en el desarrollo profesional científico-tecnológico.
(...) Por estos días, resulta encomiable la iniciativa de la American Corner de la Universidad Austral de Chile, UACh de enseñar esta lengua en el Grupo de Formación en Carabineros de Chile. ¡Congratulations!
Omer Silva Villena Profesor/lingüista osilvaville@gmail.com
Retiro de doctora Salas
A fines de marzo, la doctora Pilar Salas Trejos, médico- cirujano y Hematóloga del Hospital Base Valdivia, se acogió a retiro, tras décadas, de prestar servicios a cientos de pacientes de la región.
Todas las veces que asistí al Hospital, de acuerdo a las horas programadas, observé a una profesional afable y cariñosa, que llamaba a todos sus pacientes por sus nombres de pila; los recibía como en el living de su casa: de manera obsequiosa, una sonrisa cordial y un saludo afectuoso; como si hubiésemos sido amigos o conocidos, de toda la vida. (Cabe señalar, que en el pasillo de mi atención, ha sido la característica de algunos(as) médicos con sus pacientes.)
En la época, que el Covid-19, arreciaba con furia y se ensañaba con los chilenos(as) y el mundo, la facultativa, nos ofreció todas las alternativas para seguir nuestros tratamientos en casa; nos dejó su número de contacto y todas las veces, que fue requerida, nos respondió, sin importar la hora y disponibilidad, como nuestra médico de cabecera.
A la señora Pilar, después de los procedimientos médicos propios; preguntas, respuestas e indicaciones, al despedirnos, siempre le quedaban algunos segundos de humanidad, para conocernos como personas: médico-paciente. Ahí, constatamos que los profesionales de la medicina, también tienen familia, un corazón que palpita y un alma sensible: sufren, sienten, ríen, viven, lloran y aman; también son humanos.
"El buen médico trata la enfermedad; el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad"; decía el médico canadiense William Osler (1849-1919).
Luis Omar Sepúlveda Navarro doncoyosepulveda@gmail.com
La última clase
Pensaba y soñaba que, cuando apareciera en mi horizonte mi jubileo,iba a dar mi última clase; pero la llegada de la Pandemia no lo permitió.
Mi primer trabajo remunerado fue como vendedor de entradas al campus Saval, el que compartí con el inicio de una educación formal primaria llevada a cabo bajo el cobijo de oscuros otoños y crudos inviernos.
A los ocho años experimento y vivo el más siniestro y trágico megaterremoto de la historia universal ocurrido el año 1960 en Valdivia
En la adolescencia, etapa de vida hermosa e inolvidable que se desarrolla en un clima de libertad, libre de miedos y temores y donde se observan de cerca modas juveniles adscritas, destacándose entre ellas los coléricos y los hippies con sus propios sentidos y visión de vida.
Las postales de Valdivia, la perla del sur que salían al país y al mundo contenían la única Plaza de la República existente en el país, sus ríos y su inigualable feria fluvial y la laguna de lotos del Parque Saval.
La vida cotidiana, sana y libre de adolescente joven se ve empañada en la década de los sesenta por la aparición de los extremos confrontacionales partidistas, que desembocaron en la pérdida del desplazamiento libre y en el engendro de la desconfianza e individualismo ciudadano desprovisto de empatía y sensibilidad humana.
La lectura y contenidos de libros, revistas , diarios , novelas y audiciones de radios locales y nacionales conformaban el presente del diálogo y la convivencia diaria.
La aparición de la televisión privilegio de la época, no avizoraba el cambio radical que sufriría el mundo y por consiguiente la convivencia humana con la llegada de la tecnología, la internet y sus redes.Fuimos parte orgullosos de la generación de las precariedades y cambios radicales, que dieron lugar a la del esfuerzo y logros (nuestros hijos) y esta a la generación de la facilidad y del acceso a todo ( nuestros nietos).
El ciclo de la vida y del mundo , con seguridad habrá de deparar más de alguna innovación y sorpresas a las generaciones futuras.
Boris Segovia Bruzzone segoviabruzzone@gmail.com
