El libro que se adentra en el laberinto de la mente
El escritor de Vicuña Cristian Geisse ("Ricardo Nixon School") explora las "vidas paralelas" que experimenta alguien cuando es sedado, a través de la novela "Tu enfermedad será mi maestro".
Un hombre de mediana edad busca tratamientos para que su mamá enfrente de la mejor manera posible un cuadro de Alzheimer en un hospital público en Vicuña, Región de Coquimbo. Entre los pasillos blancos, "sus billones de neuronas ya no son capaces de generar la luz suficiente para que entienda qué es lo que le pasa, apenas puede entender quién es. Queda esa posibilidad de que el cuerpo humano sea nada más un vehículo para aquello que llamamos alma, mente, conciencia. Que esa energía pueda desprenderse de nosotros y de alguna forma sobrevivir sin nuestras células. (…) Y no saben cuánto me gustaría que así fuera", afirma Cristian Geisse ("Sapolsky") en su nueva novela, "Tu enfermedad será mi maestro".
"Es todo cierto", agrega el autor mientras acaricia el libro, aunque "me gusta que esté planteado como novela, porque hablo géneros limítrofes", como la literatura y la narrativa científica, ya que la voz que cuenta la historia es seguidor del neurólogo británico Oliver Sacks ("El hombre que confundió a su mujer con un sombrero"), a quien "le decían 'usted es demasiado borgiano (Borges)', pero él respondía que no, y ahí tiene un punto muy hermoso, porque cuenta que cuando leyó 'Pequeño libro de una gran memoria: la mente de un mnemonista', de (Aleksandr Romanovich) Luria, un neuropsicólogo ruso, dice que como a las treinta páginas se dio cuenta que no era una novela: de ahí tomó lo que configuró su obra, donde muchas de sus historias parecen mentira, pero son reales, entonces yo quería eso, me gusta, espero que se provoque aquel efecto, ¿qué estoy leyendo? ¿qué es esto?".
-¿Cómo fue para ti narrar la enfermedad de tu mamá? Es difícil como hijo ver a los papás envejecer.
-Yo recuerdo el día en que me di cuenta que mi mamá estaba viejita, así como con la boca de pato, ¿qué le pasa a esta señora? Ahí entendí, pero ahí no daba tanta evidencia de su enfermedad. Mostrar tanta intimidad (a través de los libros) puede ser problemático, pero creo no haber cometido ningún desliz muy grave (ríe).
-Junto a las de ella, aparecen las ensoñaciones de un tío tuyo que también fue sedado en un tratamiento, así como tus amigos.
-El Chuma permitió que lo grabara, las alucinaciones son una transcripción editada en cuanto a pausas o repetición de palabras, pero me gusta esa estrategia porque gente como el Chuma hablan bien, o sea, hablan de una manera muy atractiva, estéticamente muy linda. Él no se propone ser un artista ni nada, pero tiene una gracia, y mucha gente la tiene al hablar y a mí me encanta captarlo y grabarlo es lo mejor, porque ahí se perdieron mucho de los nombres que la gente toma a través de los años, como llamarlo una maceración del nombre, que adquieren y uno "ya, tengo que respetarlo, hay que cambiarlo", pero nada coincide con ese trabajo de años para llegar a un nombre y tenerlo, estoy hablando de varios que cambié ahí. A mí tío también. Después se los mostré y me dijeron que no era nada malo, era como contar un sueño, aun cuando ellos insisten en que nunca lo vivieron como un sueño.
Uno de estos personajes secundarios de "Tu enfermedad será…" dice que "fui por un largo tiempo un pirata feliz. Malo como el natre, violento, sanguinario, pero satisfecho de mí mismo. Puede que haya vivido así un año, dos años, tres años. (…) Y de repente algo pasó y me cambió de época. Volví del siglo XIX al XXI. Y me fui a vivir a Estados Unidos. Ahí era un jubilado, había terminado mi vida laboral. Pero no era un anciano. Era joven. Como esos coroneles que se jubilan a los cincuenta": historias así se repiten también en personas que fueron entubadas durante la pandemia del covid-19.
-La literatura también es algo súper artificial, porque uno no piensa ni habla en forma lineal, como pasa en los libros.
-Es difícil, es el problema de la mente. Hay gente que piensa en imágenes: uno se empieza a pasar un rollo y crea inmediatamente una historia en la cabeza, la que no siempre está contada con palabras, son imágenes. Y los sueños, que pueden ser imágenes dispersas que después uno reúne y los vuelve coherentes, de eso estábamos hablando ¿no?
-Sí. Y de que uno cuando lee un libro bien escrito y le dan ganas de escribir, parece algo fácil.
-Demanda un esfuerzo importante, una revisión, un trabajo, es difícil. La verdad, todo este proceso depende de lo que uno se haya propuesto, pero en general escribir es difícil y mucho menos placentero que leer. Es como cuando el niño llega al cumpleaños, está todo armado y nunca se da cuenta de lo difícil que es armar el cumpleaños, moler los huevos, qué sé yo.
-Ahí estás haciendo trabajo científico que vendes como novela.
-Ojalá llegar a eso (ríe), pero no tengo esa formación científica. Me encantaría adquirirla y hablar con todavía más propiedad, pero de repente me veo hablando una sarta de estupideces, llenando vacíos todos estos días con hipótesis que no son científicas, pero me gusta el mundo ese, me gustaría entenderlo todavía mejor, me encantaría practicarlo en algún momento. De una manera muy marginal lo he hecho, acompañando a un amigo botánico en recolección de maqui a través de Chile, y a un primo que tomaba muestras de nieve para para geólogos y criólogos (científicos que estudian las bajas temperaturas).
-Hay una corriente literaria ahí, la que al parecer lidera el chileno Benjamín Labatut ("MANIAC").
-La ciencia creo yo, la ciencia como sistema de pensamiento generador de tecnología y técnicas, pero además es un mundo cerebro centrista. Creo que esto va a durar un tiempo, pero la neurobiología está influyendo en todo ámbito de cosas, la economía, las clases, la vida cotidiana.
Geisse en su novela destaca a Dmitri "Mendeliev, (de quien) por ejemplo se dice que era el autor del 'texto sobre química más delicioso y vivo que se había publicado', y (Charles) Darwin ('El origen de las especies'), que posee 'un talento para la escritura parecido al de un novelista'". En el ir y venir por ese camino de letras y experimentos, el autor, que además trabaja como profesor, agrega que al escribir desde y sobre Vicuña "hay una pequeña tensión: no me gusta que me lean allá, sinceramente no me siento cómodo. Pero lo hago igual y me siguen queriendo, no sé, yo los quiero a ellos. Es que de verdad es chiquito (contaba poco más de 27.000 habitantes en 2017), y yo vivo ahí desde niño, creo que conozco hasta a los perros".
"en general escribir es difícil y mucho menos placentero que leer", dice el autor, quien vive en Vicuña.