La elección municipal en perspectiva: seis claves
Manfred Svensson, académico del Instituto de Filosofía de la Universidad de los Andes, analiza, compara y proyecta el escenario político a la luz de los resultados de los comicios, de sus primeras consecuencias y de la contingencia.
Las elecciones municipales suelen prestarse al menos para dos lecturas: una atenta a las circunstancias locales y a los liderazgos concretos que ellas más directamente miden, y otra que las trata como un termómetro de la situación general del país. A veces es más que un termómetro: la elección municipal del 2021 no solo dejaba a la derecha en el suelo (Republicanos apenas pasaba el 1%, Chile Vamos el 26%), sino que se daba de la mano de una igualmente lapidaria elección de convencionales constituyentes. Era una derrota apenas posible de llevar, y la oposición solo se recuperaría de ese golpe con el Rechazo del 4 de septiembre. ¿Estamos ante un hito comparable?
1. Un triunfo inequívoco. La marea ciertamente ha cambiado de dirección. Pero no se trata, como es obvio, de un reverso de la municipal anterior. El triunfo de la oposición es inequívoco, pero la derrota del gobierno es soportable. Partamos por lo inequívoco del triunfo, pues conviene aquilatarlo bien.
En concejales, el Partido Republicano pasó de 12 a 234, mientras en Cores pasó de 15 a 60, convirtiéndose en la mayor fuerza. Con 444 cupos, el pacto de Renovación Nacional pasó a ser el más votado en concejales. Se ha dicho que ganó la moderación, que Chile Vamos se sobrepuso al desafío que suponía Republicanos. Algo de eso es verdad, pero su triunfo conjunto sigue siendo el dato fundamental. Y si el 2021 la derecha obtuvo un solo cargo de gobernador, ahora ya tiene uno y disputará once en segunda vuelta.
Podemos mirarlo también desde el ángulo opuesto: si la izquierda controlaba hace 20 años 203 municipios, ahora pasa a su mínimo histórico con 110. Todo el mundo suele encontrar algún motivo de celebración tras una elección, pero sería absurdo ignorar lo claro del triunfo de la derecha en este caso. Tras oscilar por dos décadas entre el 30% y el 40% en la votación de concejales, se ha ubicado por vez primera sobre el 50%.
2. Una derrota soportable. Sin embargo, como señalábamos, no se trata para la izquierda de una derrota como la sufrida por la derecha pocos años atrás. Viña del Mar, Valparaíso, Valdivia son triunfos en algunas de las ciudades más importantes del país; Puente Alto y Maipú le dan las comunas más grandes de la capital. Cada uno de esos triunfos merece, por cierto, una explicación distinta. A veces ha habido una buena gestión, a veces se ha tenido malos rivales. Pero el hecho es que con el caso Monsalve, la situación de seguridad y muchos problemas más a la vista, el gobierno podía esperar una debacle peor.
¿O tal vez no? Vale la pena preguntarlo, porque ni siquiera en este contexto la aprobación presidencial baja del 25%, y puede ser pertinente incorporar esto como un dato fijo: la izquierda simplemente tiene un piso mínimo mayor que la derecha. Como nos recuerda la derrota de la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler (PC), eso no significa que la izquierda pueda darse cualquier lujo y defender lo indefendible. Pero posee una base fiel que basta para sobrevivir. Este hecho se puede a su vez mirar de distintas maneras. Se puede admirar la lealtad del votante de izquierda, dispuesto a mantenerla bajo las más ásperas condiciones, o se puede mirar esa adhesión invariable como un signo de algo sectario. Pero el hecho es que esa base inconmovible existe, y el resultado del pasado fin de semana es, tal vez, todo lo mal que le puede ir a la izquierda.
3. Estilos y fondo. Mucho se ha dicho ya de los estilos de los ganadores y perdedores. En muchas comunas habría perdido el "estilo sin filtros". La moderación no tiene por qué implicar centrismo, pero sea que los electores abracen posiciones de izquierda o derecha hay una razonable preferencia por estilos menos estridentes y agresivos. Esta es una buena señal en medio de la degradación de nuestra política.
Para ilustrar ese hecho se ha mencionado mucho a Vodanovic (FA) en Maipú, cuyo discurso tras el triunfo -por mucho que evocara en una frase a Allende- ponía el énfasis en la gestión, el trabajo por los vecinos, los logros. No es el discurso característico del Frente Amplio. Más digno de nota aún (y con de hecho mayor votación) es el caso del alcalde Castro (ind.) en Renca, donde más allá del discurso hay un trabajo consolidado de esas características. Las bondades de una política no adversarial se encuentran también en otros ejemplos importantes de esta elección, como el triunfo de la derecha con
"Si la izquierda controlaba hace 20 años 203 municipios, ahora pasa a su mínimo histórico con 110. Todo el mundo suele encontrar algún motivo de celebración en una elección, pero sería absurdo ignorar lo claro del triunfo de la derecha en este caso".