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La elección del fin de semana pasado fue también la con más participación en la historia de Chile.
Agustín Iglesias (ind. apoyado por la UDI) en Independencia. En medio de la degradación, y en medio de la necesidad de denunciar la corrupción, es posible una política propositiva.
Cabe sostener, por cierto, que eso es más fácil en las elecciones locales. A fin de cuentas, al nivel de la política comunal no son visiones de mundo las que disputan. No es política identitaria lo que mueve, sino la pavimentación de una calle, el cuidado del espacio público, y asuntos equivalentes. En algún sentido tenemos ahí un respiro de las grandes disputas ideológicas, una política normal que no causa grandes divisiones. Es cierto, pero no se debe exagerar este punto. Después de todo, precisamente en la materia hoy más decisiva para la vida cotidiana de las personas, la seguridad, hay no solo distintos tipos de gestión sino un choque entre visiones de mundo. En efecto, incluso tras la tragedia del INBA se escucha hoy a importantes figuras sostener que cualquier medida firme -una expulsión, la revisión de mochilas, un detector de metales- vulnera el derecho a la educación. Aquí hay lugar para poner a prueba visiones de mundo. Tampoco a nivel comunal hay pura gestión y "cosismo", también aquí hay ideas que marcan el rumbo de las cosas. De ahí que sea tan pertinente ver aquí una antesala para las presidenciales.
4. Ad portas de la presidencial. La más clara antesala de la presidencial, como es obvio, será la segunda vuelta de gobernadores que en un mes más enfrentarán once regiones. El primer hecho llamativo en ese campo es que ninguno de los gobernadores en ejercicio haya logrado consolidar un liderazgo de alcance mayor. Más allá de la discusión sobre la definición de funciones de este cargo, el hecho es elocuente: fueron los primeros gobernadores electos, con un importante caudal de votos, y nada digno de nota parece haberse consolidado ahí. El que estaba mejor situado para lograrlo, el gobernador metropolitano Claudio Orrego (ind.), tendrá que disputar una segunda vuelta, con lo cual incluso con un eventual triunfo se ha esfumado su condición de presidenciable.
Para la derecha las cosas se ven muy distintas. No solo tiene una candidata (o dos) en competencia. Sus votantes emergen además animados tras la elección, pero sin el inconveniente relajo que habría seguido a un triunfo resonante. Pero tampoco aquí las cosas son fáciles y el periodo durante el cual deberá administrar su actual triunfo es extenso. ¿Podrá hacerlo? Debemos recordar que aunque el triunfo del Rechazo no fuera entero suyo, no supo administrarlo particularmente bien.
El problema fundamental, en todo caso, es mayor, y toca tanto a la derecha como a la izquierda. También en esta elección fue significativo el triunfo de los independientes, la continuada crisis de los partidos, y con ello de la representación. Eso se cruza con la falta de visiones de largo plazo que orienten a cada sector y le permitan formar cuadros capaces.
5. Aciertos y excesos democráticos. Esta es la primera elección municipal con voto obligatorio. No hay bala de plata que permita rehabilitar nuestra vida cívica, pero este es uno de los elementos que la mantienen oxigenada: los candidatos no pueden conformarse con hablar solo a hinchadas que así radicalizan, sino que deben hacer algún esfuerzo por hablar a una amplia ciudadanía. Se han confirmado una vez más los beneficios tanto de esa práctica recientemente recobrada como del voto presencial que ahuyenta todo asomo de fraude. Pero tampoco en este punto hay que sacar conclusiones demasiado felices: la mera obligación, si no logra aparecer una política que recoja algo mejor las preocupaciones ciudadanas, es democracia con respiración artificial.
Además, se añaden en este caso algunos elementos que pueden parecer menores, pero merecen atención. El primero es la carga que significa el trabajo de dos días como vocal, concluyendo a altísimas horas de la noche. Fue un acierto haber organizado esta elección para dos días, pero el segundo día pudo limitarse a una media jornada que al menos así redujera la carga de los vocales. El segundo es la pregunta por la suspensión de clases que acompaña a estos actos. No parece aún haber conciencia de los trastornos laborales que eso trae consigo para muchos ciudadanos ni tampoco de lo que la rutinaria pérdida de clases significa para el aprendizaje en la educación temprana. Por último, está la gran pregunta respecto de los beneficios de sujetar cada uno de estos cargos a elección popular. No hay votante que supiera quiénes eran los Cores salientes al momento de votar por los entrantes (y fue, en consecuencia, la votación con más nulos). ¿Se fortalece realmente la democracia con una medida como esta?
6. La importancia de destrabar. En un breve tiempo los políticos regionales y comunales elegidos en este proceso estarán ejerciendo sus cargos. ¿Qué ocurrirá entonces? El ámbito de la política local es limitado, por cierto, pero incluye tareas cruciales y hoy especialmente sensibles para la recuperación de las ciudades. Es indispensable que ahí comiencen a pasar cosas. La política local está tan desprovista de ángeles como la parlamentaria. Es tan carente de visiones de largo plazo como esta. Pero posee una gran ventaja, y es la de no estar completamente trabada. La responsabilidad de los que asumen debe medirse con ese hecho a la vista.
"Esta es la primera elección municipal con voto obligatorio (...) Pero tampoco en este punto hay que sacar conclusiones demasiado felices: la mera obligación, si no logra aparecer una política que recoja algo mejor las preocupaciones ciudadanas, es democracia con respiración artificial".