Crónica para una despedida
Hace ya más de cuarenta años, un joven seguidor de la difícil ruta del cristianismo, decidió consagrar su vida a la misión evangélica de predicar el mensaje más allá de los senderos españoles. Preparó con esmero sus hábitos y se apropió de la metodología de enseñanza deustuana, en las viejas aulas de Bilbao y bajo los rojizos ladrillos de la milenaria Salamanca.
Nacido en el mes de febrero del año 1953, en el distrito de Piloña, Gonzalo Espina Peruyero renunció al futuro ofrecido por sus padres y a la inigualable compañía de sus tres hermanos para dejar el tranquilo villorrio o la cátedra solemne de la Universidad de Deusto. Su decisión guiada por el sueño y la visita del Apóstol Santiago pronto le significó superar los primeros desafíos y consagrarse al servicio exclusivo de la lglesia.
Después de un período destinado a reforzar su formación y fortificar su espíritu, adquiriendo experiencias como párroco y encargado de tareas de docencia, las autoridades superiores determinan enviarlo a nuestro país y en particular a la diócesis valdiviana. Aquí, nuevamente da muestras de su carácter y perseverancia asumiendo las tareas como administrador de nuestra Parroquia de San Pablo y Párroco de la Catedral.
Sería largo poder recapitular tantos años de dedicación y entrega, pero considero importante destacar ciertos rasgos del carisma del Padre Gonzalo. Destacar, por ejemplo, que escogió el magisterio del evangelio como misión pastoral y la catequesis como su vocación personal.
La catequesis es una forma central en la enseñanza de la lglesia. Pero tal vez su esencia es la enseñanza que se transmite a viva voz y con el testimonio ejemplar del misionero. Aquí es donde brillan con luces contagiosas los carismas personales de sacerdotes como el Padre Gonzalo Espina, quien nos ha enriquecido con la generosa práctica de una enseñanza envuelta en la sencillez del carácter y en sus palabras cálidas, revestidas de una bondad irresistible.
Dejar los parajes de la infancia, de las dulces horas del hogar familiar y optar por un servicio largo y no siempre reconocido, no es una decisión trivial. Es un acto de amor excelso. Representa esa sincera convicción en una misión superior.
(...)Desde su primera misión en una de las esforzadas parroquias valdivianas hasta llegar al nivel de responsabilidades de liderazgo en la Asociación de Fieles ADSIS, nuestro querido Padre Gonzalo ha tenido la consistencia moral y humana de un verdadero apóstol quien no rehúye las dificultades, sino que las enfrenta con sabiduría. Un hermano nuestro, dispuesto a acompañarnos en nuestras modestas iniciativas, dando ejemplo de tolerancia y fraternidad como virtudes activas.
Hoy día, expreso nuestro homenaje especialmente en representación de nuestro Grupo de la Divina Misericordia, pero creo representar a muchísimos más fieles que, como en nuestro caso, hemos sido bendecidos por el testimonio vivo de bondad y entrega del Padre Gonzalo.
No tengo dudas que su huella durará mucho tiempo en nuestros sentimientos.
Nada es más contagioso que el ejemplo. En este caso el buen ejemplo de un sacerdote de la lglesia que nos deja una tremenda enseñanza:ser humildes y caritativos en nuestro actuar. Practicar la bondad, no como un medio de proselitismo, sino con un fin en sí mismo. Atender a los desvalidos, ancianos y menesterosos. Hacer carne el principio ineludible: sin amor, no hay caridad verdadera. La dignidad es la corteza del árbol sagrado.
Padre Gonzalo: te expresamos nuestro agradecimiento con palabras, porque nada material que te entreguemos es comparable con tu vocación y tu ejemplo.
Nuestro homenaje se hace intrínsecamente humano con la emoción de nuestros espíritus conmovidos por tu partida. Te extrañaremos, sin duda, pero confiamos en que tus enseñanzas prosperarán entre nosotros, como las semillas sembradas en buena tierra, bendecidas pacientemente con la mágica fertilidad de tu bondad.
Te despedimos con el corazón conmovido, seguros de que tu bondad seguirá iluminando nuestras vidas y tu enseñanza florecerá en las generaciones venideras.
Grupo de la Divina Misericordia de Valdivia, Iglesia Catedral. Teresa Rodríguez García Coordinadora Grupo Divina Misericordia de Valdivia
Ambición y codicia
Es difícil comprender dónde terminan nuestras necesidades y dónde se inicia la codicia. Escribo esto reflexionando sobre la falta de honestidad que se observa en la administración financiera de algunas universidades del Estado.
(...) Reflexionemos sobre las declaraciones de autoridades de una universidad de la Araucanía "en crisis" relacionado con viáticos, décimo tercer sueldo, vehículo de alta gama, compra de un hotel, viajes "académicos" al extranjero. Y en la Uach, ¿Cómo estamos por casa?
La "arquitectura cognitiva" de un académico se mueve más en su propio materialismo que en una "interioridad espiritual". El pensamiento universitario se cobija hoy más en la "aula magna" que "aula lucis" (aula de la luz). Perdón por mi autoreferencia. Lo vi mientras enseñé en la Uach 25 años y en una universidad estatal de la Araucanía por otros 15. Así nos vamos transformando, poco a poco, en "personalidades Kalkianas" que bendicen por la boca, pero maldicen con el corazón.
En la "cadencia del verso se esconde el delito", nos recuerda el D. Lama, válido también en tantas declaraciones académicas. Nos olvidamos de lo que nos enseñó Francisco de Asís "deseo poco, y lo poco que deseo, lo deseo poco": Por último, "homo sum, humani nihil at me alienum puto".
Omer Silva Villena Exacadémico Ufro/Uach