Este domingo celebramos y recordamos el Bautismo del Señor. Jesús recibe la tarea de traer el amor de Dios al mundo; la tarea de acortar el espacio que hay entre el cielo y la tierra, entre lo divino y lo humano: con El, los cielos se abren y ya no hay distancias insalvables entre Dios y el hombre.

De hecho, el Espíritu se posa en la realidad humana de Jesús, que se pone a la cola para recibir el bautismo de Juan, solidarizándose con su pueblo que anhelaba y quería colmar su esperanza. Pero su pueblo no se esperaba, que Jesús fuera lo que necesitaban; que su esperanza estaba con ellos.

El bautismo que recibe de Juan es la presentación del Hijo Amado, habilitado para ponerse al servicio de la humanidad y, a la vez, marca diferencias con Juan Bautista, pues ni va al desierto solitario, ni sigue su movimiento, ni vuelve a sus trabajos, sino que su vida mesiánica va a discurrir por otros caminos manifestativos más explícitos y difíciles, priorizando el anuncio del evangelio: que Dios quiere a todos y además felices en un mundo desierto de valores; que ama lo humano, lo acepta, se compromete y se solidariza con lo esencial de lo humano: su vulnerabilidad.

El rito del agua de Juan no va a ser decisivo para Jesús, lo que le va a marcar para toda la vida es el Espíritu de Dios, su experiencia de un Dios Padre Bueno, del que se siente Hijo sin poder dejar de traslucir tanto amor como su Padre le ha manifestado.

El Espíritu de Dios es el aliento que crea, recrea y sostiene la vida; es la fuerza que transforma a los vivientes; fuerza amorosa que genera lo mejor para sus hijos e hijas.

Por eso va pasar por el mundo haciendo el bien: curando la vida, las formas de vivir y pensar; bendiciendo, ofreciendo, regalando, construyendo y no juzgando ni condenando; liberando de todo aquello que esclaviza y deshumaniza.

A las 3.35 de la madrugada del pasado 12 de diciembre de 2024 abandonó el mundo terrenal la dama valdiviana Teresa del Pilar Pardo Melo (Q.E.P.D.). De profesión Orientadora Familiar con mención en Relaciones Humanas, Teresa del Pilar Pardo Melo nació el 10 de mayo de 1961 en la localidad de Yungay, en la actual región de Ñuble. Fue la tercera hija del matrimonio formado por Tito Pardo Pinilla y Olga Elena Melo San Martín, quienes también fueron padres de Carmen Doris y María Isabel. Teresa del Pilar desarrolló sus estudios básicos en la Escuela Consolidada de Yungay y su enseñanza media en el Liceo Marta Brunet de Chillán y en el Liceo de Graneros. Con posterioridad realizó un curso de secretariado administrativo y el 1 de enero de 1985 ingresó al mundo laboral como funcionaria del antiguo Instituto de Normalización Previsional (INP), en Santiago. A fines del año 2003, Teresa Pardo Melo solicitó su traslado a Valdivia, ciudad que junto al río Calle Calle la acogió hasta el momento de su partida hacia el Más Allá, luego de una enfermedad contra la cual luchó durante los últimos dos años de su existencia. En el ámbito de su vida personal y ya residente en Valdivia, en el año 2006 conoció a quien sería el amor de su vida, el periodista Juan Carlos Hernández González, con quien contrajo matrimonio el 9 de enero del año 2009 en el Registro Civil de la capital regional. El 16 de enero del mismo año se desarrolló la ceremonia religiosa en la Iglesia Catedral de Valdivia, a cargo del diácono Armando Bravo, personero religioso que también fue el encargado del responso fúnebre para su último adiós. Durante más de 20 años como funcionaria de la sucursal Valdivia del INP y posteriormente del Instituto de Previsión Social, Teresa Pardo Melo se desempeñó como secretaria administrativa, ejecutiva de atención de público y encargada de la OIRS. Pero, su mayor desarrollo profesional lo alcanzó en el periodo en que se desempeñó como encargada de la Casa de Encuentro del Adulto Mayor del INP-Valdivia, una actividad que siempre la satisfizo como persona y como profesional. En dicha labor destacó por su trabajo con diferentes talleres para personas de la tercera edad, iniciativas que funcionaron en las oficinas ubicadas primero en calle Yungay y posteriormente en calle Arauco. Mientras estaba a cargo de los talleres para adultos mayores, estudió de manera vespertina en la sede Valdivia de la Universidad de Los Lagos, hasta titularse el 5 de enero de 2010 como Orientadora Familiar con mención en Relaciones Humanas. Además, durante su carrera funcionaria participó constantemente en seminarios de perfeccionamiento, recibió una serie de distinciones por su desempeño y construyó lazos de respeto y cariño con sus compañeros de trabajo, además de la atención al público, transformándose en un referente de dedicación a sus responsabilidades como funcionaria pública. Desde el equipo regional del IPS Los Ríos señalaron a través del intranet de la institución que "Teresita dejó una huella imborrable en todas las personas que pudimos compartir con ella, por su sencillez, humanidad y amistad fraterna". También, la dirección nacional del servicio, la directiva y socios de la Anatrinp regional valoraron las características personales de quien se desempeñó como empleada pública durante 39 años, hasta su retiro del servicio el 31 de diciembre de 2023. En tanto, la familia de Teresa Pardo Melo destacó su "responsabilidad, alegría, honestidad, solidaridad y preocupación por los demás", valores que la transformaron en "una hermana inolvidable, tía cariñosa, cuñada adorable y una esposa maravillosa". Teresa del Pilar Pardo Melo falleció en la madrugada del pasado jueves 12 de diciembre de 2024 en su hogar en Valdivia, acompañada por su esposo. Su partida vistió de luto a familiares del matrimonio Hernández-Pardo residentes en las ciudades de Santiago, Chillán, Rancagua, Graneros, Yungay, Quiriquina, Concepción, Temuco, Valdivia, Osorno y Puerto Montt. Ahora, su cuerpo descansa eternamente en el Cementerio Parque Los Laureles de Valdivia.

2003 fue el año en que Teresa del Pilar Pardo Melo se radicó en Valdivia y hasta el 31 de diciembre de 2023 se desempeñó como funcionaria del Instituto de Previsión Social.

12 de diciembre de 2024 se marchó para siempre Teresa Pardo Melo. Durante 39 años desarrolló una destacada labor como empleada pública, en Santiago y Valdivia.