(viene de la página anterior)
El CEO de Tesla y director de X, Elon Musk (d); el CEO de meta, Mark Zuckerberg, y El presidente ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos.
celes como "las palabras más bellas" en inglés. Ahora planea convertirlos en su amenaza económica predilecta, pero ¿cómo piensa aplicarlos?
El equipo de Trump contempla tres posibles estrategias: retomar el enfoque tradicional que utilizó en su primer mandato, acelerar el proceso mediante una declaración de emergencia nacional o limitar los aranceles a sectores específicos para reducir su impacto en los consumidores.
Como ya hizo durante su primer mandato, Trump prometió aranceles sobre los tres mayores socios comerciales de Estados Unidos, Canadá, México y China, una vez que tome posesión como presidente.
Anunció un gravamen del 60 % a las importaciones chinas, un 25% a las procedentes de Canadá y México hasta que refuercen sus medidas contra el narcotráfico y la inmigración irregular y entre un 10% y un 20% a productos del resto del mundo, incluida la Unión Europea.
No obstante, Trump anunció esta semana su primera fórmula: la creación de un Servicio de Impuestos Externos para recaudar aranceles y otros ingresos de naciones extranjeras "Empezaremos a cobrar a los que se lucran a costa nuestra con el comercio, y empezarán a pagar", dijo en Truth Social y comparó su creación con el Servicio Interno de Impuestos del Departamento del Tesoro.
La creación de una nueva agencia requiere una ley del Congreso, y los republicanos tienen la mayoría en ambas cámaras, la Cámara de Representantes y el Senado.
Cambio climático
Otro gran campo de batalla para Trump se abre en el medioambiente. Hace semanas, de hecho, encargó a un congresista de Nueva Jersey y crítico vocal de la energía eólica marina que redactara una orden ejecutiva que pudiera emitir para detener ese tipo de iniciativas.
La energía eólica marina es una parte importante de la transición a una red eléctrica alimentada completamente por fuentes que no emiten dióxido de carbono. El sector energético es responsable de casi un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero que calientan el planeta.
En la campaña electoral, Trump prometió acabar con la industria eólica marina tan pronto como regresara a la Casa Blanca. Quiere impulsar la producción de combustibles fósiles como el petróleo, el gas natural y el carbón, que causan el cambio climático, para que, según él, Estados Unidos tenga la energía y la electricidad más baratas de cualquier nación del mundo.
La semana pasada, Biden anunció una orden ejecutiva para prohibir las perforaciones de petróleo y gas en las costas de Estados Unidos, que el presidente electo prometió revocar "inmediatamente".
El representante republicano Jeff Van Drew relató que habló con Trump por teléfono hace aproximadamente un mes y lo instó a actuar según su promesa de campaña.
"Dije 'Señor Presidente, necesitamos avanzar en esto.' Él dijo, 'Sí, definitivamente lo hacemos. Estoy de acuerdo. Estoy en contra de ellos'", dijo Van Drew. "Entonces me dijo, 'Redacta una orden ejecutiva, entrégala a mi gente.'"
Van Drew declaró a The Associated Press que rápidamente envió por correo electrónico un borrador de la orden a Doug Burgum, la elección de Trump para ser secretario del interior. Van Drew dijo que el borrador busca detener el desarrollo de la energía eólica marina desde Rhode Island hasta Virginia durante seis meses para que el próximo secretario del interior pueda revisar cómo se emitieron los arriendos y permisos. Van Drew dijo que cree que las aprobaciones no tuvieron en cuenta completamente el impacto en la industria pesquera, el turismo, las ballenas o las cuentas de los estadounidenses, y es problemático depender de compañías extranjeras de energía renovable que construyen los parques eólicos.
Trump dice que las turbinas eólicas son horribles y caras. Repite afirmaciones infundadas sobre la amenaza de la energía eólica marina para las ballenas.
El gobierno estadounidense actual trabajó para impulsar la incipiente industria eólica marina a fin de abordar el cambio climático como una amenaza existencial.
Al igual que grandes tecnológicas como Meta están revisando sus programas de verificación y sus políticas de conducta, el "efecto Trump" se nota en las finanzas verdes. Un solo ejemplo: los seis mayores bancos de EE.UU. -JP Morgan, Citigroup, Bank of America, Morgan Stanley, Wells Fargo y Goldman Sachs- abandonaron la Alianza Bancaria Cero Emisiones (NZBA ), un grupo internacional de entidades financieras comprometidas con la neutralidad carbónica impulsado por la ONU.
Guerra cultural
Finalmente, otro frente pasó a ser más que una amenaza cuando la élite de multimillonarios de Estados Unidos, encabezada por los líderes de Silicon Valley, recibió con los brazos abiertos el segundo mandato de Trump, con un ostentoso apoyo económico y respaldo a sus ideas anti 'woke' (progresistas) sobre la inclusión de las minorías, la censura o los monopolios.
Se espera que el idilio político entre Silicon Valley y el presidente electo quede patente en el acto de investidura de mañana, donde los ejecutivos de Tesla, Amazon y Meta, hombres más ricos del mundo y patrocinadores del evento, se sentarán cerca de Trump, sus miembros de Gobierno, legisladores y expresidentes.
No es inusual que grandes empresas y magnates contribuyan a un acto de investidura, pero el récord de 170 millones recaudados hasta el cierre de esta edición para la toma de posesión de Trump contrasta con los 62 millones de Biden hace cuatro años, según datos de la Comisión Federal Electoral.
La primera prueba de que el acercamiento a Trump está dando frutos la representa Elon Musk, que gastó unos 270 millones en propulsar su candidatura y ahora se ha convertido en su mano derecha, tras ser designado como codirector de la nueva agencia de eficiencia gubernamental (DOGE), con la que supuestamente pretende 'adelgazar' la administración.
Desde su posición, Musk, propietario de X, ha usado su influencia para alimentar la llamada 'guerra cultural' de los conservadores de EE.UU. contra las ideas 'woke' de diversidad, igualdad e inclusión (DEI), y contra una corrección política que tilda de censura.
Esa cruzada de Musk, que comparte con Trump, se está reflejando en un viraje a la derecha entre las grandes tecnológicas. Por ejemplo, Meta desmanteló sus políticas DEI y eliminado la verificación independiente de contenidos para aplicar un sistema de notas comunitarias similar al de X; su jefe, Mark Zuckerberg, en un video, consideró las elecciones en EE.UU. "un punto de inflexión cultural hacia la priorización de la libertad de expresión".
Amazon también adoptó la línea ideológica de Trump, eliminando medidas inclusivas para empleados LGTBQI y de minorías raciales, y sumándose a otras que han hecho lo propio fuera de este sector, como Walmart, McDonald's, Boeing o Ford.