El capital natural abarca el conjunto de activos naturales como bosques, ríos, humedales y biodiversidad que genera servicios fundamentales para el desarrollo sostenible y el crecimiento económico a largo plazo. En Chile los ecosistemas sostienen varios sectores de la economía, incluyendo la agricultura, el turismo, la pesca. La conservación de los ecosistemas permite por ejemplo evitar la erosión y el depósito de contaminantes en el agua con lo cual se ahorran costos de filtración en los Comités de APR (agua potable rural), o en las sanitarias aguas abajo que dependen crucialmente de la calidad de agua como insumo en la provisión de agua potable a familias y empresas. Sin embargo, el inmenso valor y las contribuciones de los activos naturales a menudo son infravalorados, pasados por alto o mal atribuidos en los marcos económicos tradicionales, lo que conduce a prácticas insostenibles y degradación ambiental. Esto disminuye los valiosos beneficios que proporcionan los ecosistemas y amenaza la prosperidad y la resiliencia de la región.
Cuantificar el valor del capital natural y los servicios ecosistémicos es esencial para que los gobiernos tomen decisiones más informadas que tengan en cuenta cómo la salud de los ecosistemas contribuye al crecimiento económico, mejora la gestión fiscal (haciendo uso más racional de recursos escasos) y apoya a las comunidades que dependen de los recursos naturales. Estas métricas también crean oportunidades para atraer inversiones que apoyen conjuntamente la sostenibilidad fiscal, el desarrollo sostenible y la resiliencia económica a largo plazo al subrayar los beneficios económicos de la naturaleza.
A pesar del creciente reconocimiento de su valor, la incorporación efectiva del capital natural en la toma de decisiones enfrenta desafíos técnicos (metodologías complejas), limitaciones de valoración (muchos servicios ecosistémicos operan fuera de mercados tradicionales), y fragmentación institucional (información dispersa en muchas entidades).
La valoración e integración efectiva del capital natural en la política pública requiere un enfoque multidimensional que supere las barreras existentes. Mediante la combinación estratégica de avances tecnológicos, coordinación institucional, desarrollo de capacidades locales y colaboración internacional, podemos transformar el reconocimiento conceptual en acción práctica. Este cambio no solo mejorará la toma de decisiones gubernamentales, sino que también contribuirá significativamente a un desarrollo más sostenible y equitativo, alineando los objetivos económicos con la conservación de los recursos naturales que sustentan nuestro bienestar colectivo. El momento de actuar es ahora, cuando los desafíos ambientales exigen soluciones innovadoras y basadas en evidencia.
Dr. Roberto Pastén
Director CEDES, Universidad San Sebastián (USS)